"Si el pobre género humano quisiera dejar de rebelarse, recibiría bienes innumerables de una verdadera madre, pero como rehúsa obedecer, permanece con sus inquietudes y queda prisionero. Pese a todo, mi querida madre no desea guardar rencor por su desobediencia; y permite que sus bienes preciosos salgan a la luz con bastante frecuencia; aunque los alcancen muy raramente para que se les aprecie, pues si no serían tomados como fábulas. Por ello es por lo que, en honor a la fiesta que celebramos hoy, para que se le den gracias mas frecuentemente, quiere hacer una buena obra. Se bajara la cuerda; quien se cuelgue de ella será libre."

domingo, 9 de junio de 2013


En la Biblia, encontramos en varios capítulos el ejemplo del joven rico que tanto deseaba seguir a Jesús el Señor, pero que no estaba dispuesto a pagar 'el precio'. El joven rico es ese candidato que desde la infancia se pregunta: '¿Para qué vivo? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy?' Estas cuestiones fundamentales son generalmente la fuerza motriz que empuja al hombre a la búsqueda de una mayor conciencia, una conciencia superior.
Un candidato, un buscador, no es solamente empujado a buscar, sino que también es guiado. Cabe hacer ahora una advertencia clara sobre este tema. El hecho de ser guiado, de haber encontrado eventualmente un sistema, un camino que conduce a la liberación fuera del pozo, no está exento de compromisos. Todas las Escuelas de Sabiduría del mundo han hecho siempre mención a un 'precio' como condición de admisión. Hermes Trismegistos dice a propósito de esto: 'Dios ha querido que la unión con el Espíritu, al alcance de todas las almas, fuera instaurada como premio a la carrera.'

¡Cada cosa tiene su precio! Las palabras del hermano Z.W. Leene, que expresó con vigor cerca del fin de su vida, ilustran esta máxima:

¿Queréis servir a la humanidad? Cultivad en vuestras vidas ¡ Bondad - Verdad - Justicia! Amigos, ¿conocéis ya el precio? El precio sobrepasa la totalidad de vuestros bienes materiales.”



ANTONIN GADAL - EL TRIUNFO DE LA GNOSIS UNIVERSAL



Los hombres que aspiran a una liberación espiritual o material acusan indefectiblemente al mundo y a la humanidad, reprochándoles la degeneración desenfrenada de la vida; sus violentas críticas denuncian las heridas y los errores, pero siempre al exterior de ellos mismos. Echáis en cara a vuestros enemigos todo lo que es malo, mediocre e inhumano, y nadie puede decir que vuestros juicios sean inexactos. La mayor parte tienen un fondo de verdad. La mancha de la sangre es tan considerable, los defectos humanos tan enormes, los crímenes cometidos individualmente y en grupo tan chocantes, que casi todas las críticas dan en el blanco. 
Pero si con el fin de evitar todo malentendido, hemos admitido previamente que la justicia, en sentido absoluto, debe triunfar en este mundo y realizarse, es necesario hacerse la pregunta: ¿La crítica es un buen medio para sacar a la luz los errores fundamentales del ser humano?
Criticando sistemáticamente, se busca y se encuentra siempre el error fuera de si mismo; raramente uno se pregunta si el hombre caído es capaz verdaderamente de una crítica objetiva, y si está en condiciones de ver y de juzgar de una manera pura.
Si hubiéramos reflexionado suficientemente sobre ello, hubiéramos descubierto, por ejemplo, que la Sabiduría Universal nos enseña que el ser humano únicamente puede ver a su prójimo, a las cosas y a los valores que le rodean, a través de su propia esfera aural. Ahora bien esta esfera aural no es pura, ni perfectamente transparente sino que está coloreada y dañada por nuestro propio estado sanguíneo, por nuestro propio estado de ser.
Igualmente descubriríamos que el yo cree siempre que tiene razón, que es atacado, que ve y actúa de la manera justa, que debe ser honrado y reconocido. El yo vive en la ilusión de su realeza. Y como una ilusión es una ilusión, esta realeza es atacada necesariamente por las leyes naturales. De ahí el instinto de conservación del yo: << ¿Quien osa acusarme a mí, poner en duda mi realeza, atacar a mi estado de ser? ¿Quien me hace caer de mi trono, de mi nivel de vida escrupulosamente edificado, de manera que paso hambre, carezco de vestidos, de combustible, de luz, de todo?>>. Y mi odio, mi cólera, estallan contra aquel que, a partir de la ilusión de mi yo, de mi sueño de realeza, me inflige todo esto. ¿Hay una experiencia peor para el rey-yo, que con un buen salario vive en su casa moderna, a todo confort, con calefacción central, radio y televisión, que cada tarde traga, leyendo el periódico, su cotidiana dosis de veneno y que cada año parte tres semanas de vacaciones a la orilla del mar?.
Vosotros que aceptáis la idea de que la justicia deberá triunfar necesariamente en el mundo, vosotros que habláis sin cesar de vuestros supuestos enemigos, ¿no os ha llegado el tiempo de callar y de comprender al fin que vivimos, en nuestra época, la crisis de la ilusión del yo, que somos lanzados fuera de nuestros confortables salones, que nuestro nivel de vida estalla en pedazos, porque la medida está colmada?.¿Y no ha llegado para nosotros el tiempo volvernos, con amargura hacia nuestro propio yo?.
Si queréis derramar vuestras críticas mordaces, vertéis el vitriolo sobre vuestra propia persona. Iluminar vuestra propia desnudez y ved vuestro miserable estado.
Estas palabras quizás os indignen y penséis que el autor se burla de la angustia y de la muerte. Pero nuestra tarea es la de despertaros y la de manteneros despiertos. La espada de la verdad debe ser plantada en vuestra alma. No nos burlamos de vosotros, pero clavamos la espada de la verdad en el yugo de vuestro yo ilusorio. Pues no es pequeño el riesgo de que de nuevo partáis a la búsqueda de un cabeza de turco y de que en consecuencia giréis en redondo una vez más. Es posible, y muy comprensible, que la mayoría de los hombres tenga necesidad de un nuevo girar de la rueda, pues la amargura de una única experiencia no les sea suficiente aún para emprender el cambio fundamental. 
Pero ustedes, lectores, alumnos de la Rosacruz, os encontráis en el seno de una Escuela Espiritual. La Escuela de la Rosacruz de Oro hace resonar la voz del Cristo en el presente. Habéis entrado en ella por voluntad propia. Nadie ha venido aquí bajo coacción, y en consecuencia podemos pensar que buscáis el camino de la luz, impulsados por un prerecuerdo espontáneo, por un estado de conciencia real. Por ello esperamos de vosotros una envergadura diferente, otro estilo de vida que el de la masa. Vuestra presencia en la Escuela Espiritual muestra que buscáis una revelación espiritual y no una revelación natural.
Si buscáis una revelación según la naturaleza, os habéis equivocado de dirección. Es seguro entonces que estas palabras os herirán profundamente y que veáis burla en ellas. Pero si buscáis una revelación del Espíritu, reconoceréis enseguida de que Espíritu testimoniamos, y sabréis lo que nos inspira. Reunidos en una sola Fraternidad, sabemos que la vida natural nos ha marcado en nuestro cuerpo. Pero mutuamente nos miramos con un aire comprensivo, pues ni alturas ni profundidades, nada, ningún hombre, ningún pueblo, ninguna raza, ni el hambre, ni el frío, pueden separarnos del amor directamente manifestado en Jesucristo, nuestro Señor. Somos la levadura de la nueva era, que nace en el dolor y el sufrimiento.

JAN VAN RIJCKENBORGH - LA LUZ DEL MUNDO 

¿Cuáles son las motivaciones, cual es el motor del ser humano en general?  ¿Cuál es la tela de fondo de su alma? ¿Cuáles son los impulsos, los deseos que mueven su cuerpo astral? 

Existen seguro,  tantas aspiraciones diferentes como acciones; pero si llegamos a examinarlas fríamente sin apresurarnos, encontraremos muy rápido un denominador común: Es la satisfacción del yo.

Es el deseo de autosatisfacción, de arribismo, de bienestar, de auto-conservación, de autodefensa, es el deseo de estar satisfecho consigo mismo, en detrimento de los demás o a través del bien que se aporta a los demás.


Discípulo: - ¿Qué es lo que ahora me obstaculiza o echa para atrás, de modo que no puedo llegar a aquello con lo cual Dios ha de ser visto y escuchado?

Maestro: -Nada en verdad, salvo tu propia voluntad, tu escucha y tu visión, que son quienes te separan de ello, y quienes te obstaculizan para alcanzar este estado suprasensible. Y has descendido y derivado, que te separas, con tu propia voluntad, de la voluntad de Dios, y con tu propia vista de la vista de Dios. En tanto en cuanto con tu propia vista ves sólo en tu propia voluntad, en la misma medida te hallarás escindido de la voluntad divina. Más aún, esta voluntad tuya detiene tu escucha y te hace sordo a Dios, pues piensas en cosas terrenales, y atiendes a lo que está fuera de ti, llevándote así a un terreno en el que quedas atrapado y cautivo de la Naturaleza. Y habiéndote llevado hasta aquí, te cubre con ello que deseas; te ata con tus propias cadenas, y te mantiene en tu propia prisión oscura que tú mismo te haces, de modo que no puedes salir de ahí: o llegar al estado sobrenatural y suprasensible.

Discípulo: -Pero dado que estoy en la Naturaleza, y así encadenado con mis propias cadenas y por mi propia voluntad natural, te ruego señor que seas tan amable de decirme como puedo llegar a través de la Naturaleza hasta el terreno suprasensible y sobrenatural sin destruir a la Naturaleza.

Maestro: -Tres cosas se requieren para esto. La primera, que resignes tu voluntad ante la de Dios y te hundas hasta el pozo en su misericordia. La segunda, que odies tu propia voluntad y te prohíbas hacer aquello a lo que te conduce tu propia voluntad. La tercera, que inclines tu alma ante la cruz, sometiéndote a ella de corazón, de modo que puedas resistir las tentaciones de la Naturaleza y de la criatura. Y si esto haces, sabe que Dios hablará en tu interior, y llevará hacia ti tu propia voluntad, hacia el terreno sobrenatural; y entonces, hijo mío, escucharás lo que el Señor habla en ti.

JACOB BOHEME - DIALOGOS MISTICOS

OBRAS DE JAN VAN RIJCKENBORGH - CATHAROSE DE PETRI